Aunque durante el siglo XX la cerámica va perdiendo su importancia en la vida de las comunidades de la zona, en Talagante se mantiene una tradición de producción alfarera con las conocidas loceras de Talagante, de las que se conocen referencias documentales desde mediados del 1800 y que se continúa hasta el día de hoy. Junto a ellas, una serie de artesanos locales están manteniendo y vigorizando una tradición propia a nuestra provincia.
La cerámica producida por las loceras de Talagante se caracteriza por la representación de escenas y personajes propios al mundo criollo de los tiempos de la Colonia y la República. En ellas se observan personajes típicos como moteros, monjas, huasos, heladeros, carreteros, cochayuyeros, polleros, los que muestran la dinámica del mundo rural de esos años.
Junto con los personajes, aparecen también escenas de importancia para la vida social de esos momentos, tales como cuasimodos, gente confesándose, fondas, personas mateando, paseos de familia, nacimientos de Navidad, entre otros. Todas estas cerámicas están finamente decoradas aplicando diferentes colores y matices que dan una gran realidad y dinamismo a ellas.
Esta cerámica se constituye en un verdadero tesoro patrimonial, no sólo por la belleza y delicadeza de cada una de las piezas elaboradas, sino también porque nos habla y retrata personajes y escenas típicas de la vida del Talagante rural, antes de las grandes carreteras y de la fluida comunicación con la capital. Bajo ellas, se mantiene la memoria de un Talagante muy distinto al de hoy.
Nuestro desafío hoy es el intentar mantener estas bellas producciones artesanales, valorizándolas como un patrimonio local y nacional de gran calidad, pero también apoyar y fortalecer todas las otras iniciativas de nuestros artesanos que intentan mantener vigente una tradición que es parte de la identidad de Talagante, reconociendo sus raíces históricos, pero también actualizándola a los nuevos tiempos.